Estadounidenses celebran el Día de Acción de Gracias

 

 

 

Hoy está todo cerrado por la fiesta”, fue la expresión de Sandra Doren, norteamericana que vive en la ciudad desde hace seis años y comparte con amigos y algunos de sus familiares, residentes igual que ella.
Su frase se debió a que se preparaban para celebrar esta fecha que, para ellos, es una de las más representativas.

“Es una fiesta para dar gracias por la vida, y lo hacemos en unión de nuestros amigos y familiares, además compartimos con nuestros hermanos cuencanos que nos han acogido en su bella tierra”, expresó con un español preciso aunque emotivo.
El Día de Acción de Gracias se celebra cada año en Estados Unidos, para recordar la cena de confraternidad y agradecimiento por la cosecha que los primeros inmigrantes, mayormente de Inglaterra y Holanda, también llamados ‘pilgrims’, y los indios nativos de Norteamérica compartieron en el siglo XVII en el este de ese país.

Así lo explicó Lucy Altemus, que desde hace nueve años vive en Ecuador; primero lo celebró en Chimborazo donde vivió por un año y, posteriormente, se radicó en Cuenca desde hace ocho años. Ahora regenta un restaurante, donde ofrece variedad de productos de su país con una mezcla de la gastronomía cuencana.

“Esta festividad se remonta al siglo XVII, cuando los primeros peregrinos ingleses agradecieron a Dios su cambio de suerte tras unos primeros meses de enormes dificultades, compartieron con los indígenas de diferentes etnias”, recuerda.
En 1941, se llegó a un acuerdo que condujo al formato vigente: el Día de Acción de Gracias se celebra el cuarto jueves de noviembre, de modo que suele coincidir con el último, exceptuando el caso de que el mes tenga cinco jueves.

Explicó, además, que con el tiempo esto se convirtió en tradición: “porque fueron los indígenas quienes nos enseñaron sus costumbres; a cazar, a cultivar los productos, a ordeñar las vacas”, añade Altemus.

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Pavo horneado es el principal alimento que preparan para la cena, acompañado de salsa, vegetales, puré de papas, puré de camote, ‘stuffing’ o relleno y salsa de arándanos. “Así lo servimos también en los Estados Unidos, y el postre no puede faltar, es un ‘apple pie’ o pastel de manzana o de calabaza, según los gustos”, connotó Craig Adams, chef propietario de un restaurante ubicado en la Calle Larga y Tomás Ordóñez.

El pavo relleno se ha convertido en símbolo y prácticamente sinónimo de esta festividad. En cuanto a la bebida con la que acompañan esta cena, según Doren, no se bebe licor, únicamente una güitig con jengibre; mientras que Altemus indica que se hace una sangría, “depende si algunos quieren con licor, se la hace o, si no, así sola es mejor”, manifiesta.

FUENTE: DIARIO EL TIEMPO

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