Andrea’ es paciente del centro, se encuentra próxima a cumplir tres meses en el lugar, en el que, afirma, empezó un proceso de cambio mediante un acercamiento a la fe.
Asegura que la ayuda que reciben las personas en este centro les permite insertarse a la sociedad de forma productiva. Ella recordó que durante su etapa de adicción se encontró en situaciones riesgosas en las que corría peligro su vida.
Atención
Pacientes como ‘Andrea’ reciben la atención de personal médico que más de 50 años aplican sus saberes en la institución.
Hace más de 31 años Fanny Sarmiento, doctora de la entidad, recibe a pacientes de los que conoce a fondo su realidad. “Cada caso es especial, pasa el tiempo y va cambiando la presentación de las situaciones de los pacientes”, señala.
Además, detalla que las realidades de cada persona que llega al centro son diversas, pero que tienen un plus en común y es el apoyo de la familia.
Para las 50 personas que laboran en la entidad, ser parte de una gestión solidaria en la que, de manera silenciosa, permiten a los pacientes una rehabilitación integral es sinónimo de humanidad y profesionalismo.
“Su raíz fundamental es médica, especialmente psiquiátrica, puesto que estas patologías dependientes al alcohol y drogas ha logrado que enfermos pierdan su libertad frente al impulso que les lleva al consumo de sustancias una y otra vez, de forma obsesiva”, indica Saúl Pacurucu, director del centro.
Insignia
Alegría por un reconocimiento otorgado por la ciudad a una labor incansable que, según Pacurucu, nace desde un grupo de estudiantes de medicina de la Universidad de Cuenca, allá en el año 1967. “Fuimos 16 los que iniciamos con esta gestión y, hasta hoy, cumplimos con una de las labores más sensibles a beneficio de la comunidad”, destaca.
Este reconocimiento representa para este lugar una mirada a futuro, un nuevo reto para ampliar las condiciones del lugar.
Pacurucu menciona que el Centro subvenciona y subsidia el 80 por ciento del tratamiento de las personas que no cuentan con Seguro Social u otras asistencias.
FUENTE: DIARIO EL TIEMPO